
Y entonces él me miró a los ojos,cogió mi barbilla con su mano e hizo que mi boca se acercara aun más a la suya casi tanto que nuestro labios se rozaran.Entonces en aquel momento comprendí que la belleza que hasta ese día había visto en él no era la verdadera sino tan solo un atisbo de toda la demás.
Esos ojos en los cuales el color esmeralda era el dominante con unas pequeñas motitas de color ámbar por el centro,cerca de la pupíla y otras tantas de colores azul y amarillo casi en el límite de su iris.Entre todos ellos formaban un color de ojos inexistente en nadie más.Una mirada y un movimiento de sus párpados con esas pestañas tan largas te hacía recordarlos para siempre.
Sus labios,suaves como la seda y dulces como el azúcar,hacían que sus besos fueran absolutamente perfectos; nuestros labios parecían ser piezas las cuales solo podían encajar entre sí,haciendo una unión perfecta eternamente.Además esa sonrisa,que te cautibaba cual presa de un cazador.
No tenía ya escapatoria,si le besaba,quedaría presa para siempre y si no lo hacía,moriría por no haber probado esos labios que aun,hoy en día me dan la vida cada vez que los pruebo.
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